Cuando un individuo pasa por la muerte de un familiar comienzan a surgir afirmaciones de su núcleo social más cercano que "pretenden" (entre comillas porque estás personas en su mayoría creen ayudar con sus comentarios ya que se encuentran cargados de buenas intenciones en el mejor de los casos) ayudar al doliente en su proceso de desapego emocional y físico de este ser querido que partió. Dichas afirmaciones no tienen validez científica ni psicológica, por lo tanto, se convierten en mitos que impiden al doliente sentirse comprendido y contenido por su círculo íntimo.
A continuación describiremos algunos mitos sobre el Proceso de Duelo:
1. NO ES RECOMENDABLE VER EL CUERPO
Se suele creer que cuando hemos perdido un ser querido en un accidente es preferible no ver el cuerpo y evitar saber detalles sobre el hecho ya que podría perjudicar el proceso de elaboración de esta pérdida. Sin embargo, conocer cómo ha sido la muerte nos permitirá quitarnos cualquier duda entorno a la situación y de forma paulatina aceptar la realidad de la muerte. Se evita así que la imaginación del doliente comience a elaborar un conjunto de posibles sucesos ante tal hecho.
En las muertes repentinas las personas suelen experimentar un estado de shock en el que la muerte nos parece absurda e irreal.
Poder ver el cuerpo del ser querido y conocer los detalles de la muerte, sin exceso, es fundamental para aceptar la pérdida y comenzar a sanar emocionalmente su ausencia física; en donde la rabia hacia quién murió y la culpa por lo que podríamos haber hecho genera una cadena infinita de problemas emocionales para los cuales en su mayoría debemos buscar ayuda.
2. NO DEBES EXPRESAR LOS SENTIMIENTOS
Las personas cercanas al doliente creen de forma errónea que las expresiones de dolor y tristeza o llanto no contribuyen a la aceptación de la muerte. No obstante, la comunicación del sufrimiento por la pérdida es absolutamente necesaria de realizar con la finalidad última de resolver en forma adecuada el duelo. La creencia que sostiene que es mejor no pensar sobre este dolor para no sentirnos tristes (mecanismo psicológicos llamado negación y/o represión) puede originar consecuencias negativas en nuestros cuerpos y mente; dando lugar a enfermedades como depresiones, malestares físicos, ansiedad, entre otros.
La sociedad en la que vivimos nos enseña y anima desde pequeños a alejarnos del dolor (aparte del instinto humano); se suele pensar que estos sentimientos deben superarse de inmediato (no se nos da permiso de experimentarlos o compartirlos con otras personas) ya que podemos ser concebidos como personas débiles. Se nos suele decir "ya es tiempo que continúes con tu vida", "estás muy joven", etc. Frases que transmiten una falsa afirmación de que el duelo debe ser un proceso realizado en soledad, rápido y sin mayores obstáculos.
Una de las condiciones primordiales para que este proceso de duelo se vuelva realmente sanador es que podamos reconocer y expresar libremente nuestros sentimientos; es a través de este proceso que comprendemos que la pérdida ha cambiado no sólo la realidad en la que vivimos sino también a nosotros mismos (el reto del duelo es el crecimiento personal). Por tanto, no cedamos a las presiones internas como externas que nos aseguran que "ya ha sido suficiente"...tomate tu tiempo (cada quien tiene su forma y ritmo de enfrentar la pérdida).
3. LA INTENSIDAD DEL DUELO ESTA RELACIONADO CON EL CARIÑO SENTIDO POR LA PERSONA
Si bien la expresión de nuestros sentimientos entorno a la pérdida es una condición ineludible para poder sanar correctamente el duelo, esto no implica que la intensidad de los sentimientos así como su duración sean relacionados a cuánto se amaba al fallecido o el tipo de relación, lazo que se mantenía. Sin embargo, no hay una manera universal y adecuada de procesar el duelo, por lo tanto, habrá un período de tiempo universal tras el cual el doliente ya debe estar recuperado (los profesionales de la salud mental nos hablan de 6 meses a 1 año).
Cuando nos referimos a la duración de la intensidad debemos recordar que este tendrá peculiares características que dependen de factores como los sociales, familiares, psicológicos y personales que afectan al doliente. Por tanto, el duelo podrá expresarse de infinitas maneras, es decir, no hay formas únicas de transitar el camino independientemente del tiempo que tardes en su andar y del tiempo compartido con el fallecido.
Se ama desde que se anhelamos un hijo, un esposo, entre otros; es absurdo creer que se necesita la creación palpable de algo o alguien para que sea así.
4. LOS NIÑOS NO ENTIENDEN SOBRE LA MUERTE Y SU PROCESO
Los niños expresan su duelo de manera distinta a los adultos sin que esto signifique que no sufren la pérdida. Se suele pensar que los niños no comprenden el significado de la muerte y el duelo que se origina en torno a él, sin embargo, es correcto que la concepción de la muerte irá evolucionando con el desarrollo del mismo pero esto no quiere decir que los más pequeños de nuestras familias no experimenten el proceso de duelo ante la pérdida de un ser querido cercano a su núcleo familiar y, por lo tanto, los adultos NO deben evitar hablar con ellos sobre este hecho.
En la conversación sobre la muerte se deben tomar en consideración la edad y capacidad mental del menor; siendo primordial hablarles sin términos sofisticados ni conceptos muy elaborados que los puedan confundir. Los libros acerca del duelo son una gran herramienta a la que se le puede echar mano como complemento de la conversación.
De esta forma podrás explicarles la pérdida dolorosa de la que ha sufrido la familia y te muestras dispuesto a escucharlos y acompañarlos en todo momento y circunstancia sin minimizar sus sentimientos ni evadir preguntas.
5. DEBEMOS RETOMAR INMEDIATAMENTE LA RUTINA
Existe la creencia errónea de que cuanto más rápido retornes a la rutina diaria que llevabas antes de la pérdida más rápido podrá sobreponerse el doliente a la misma. ¡Grave error! en el que caemos con mucha frecuencia; propiciando un bloqueo del curso natural del proceso de duelo. Pensar que podemos olvidarnos de este dolor es una afirmación absolutamente ilógica y falsa.
Lo que ocurre con este hecho es que hay un solapamiento (tipo de encubrimiento) de emociones que no se nos permite expresar en el momento que emergen ya que se nos exige un mayor autocontrol para cumplir con las obligaciones asumidas previamente de lo contrario no podríamos lidiar con ellas.
El dolor no puede olvidarse aunque si es posible reconciliarse con él; para adaptarse a una nueva realidad con la ausencia del fallecido. Esta etapa de reconciliación permitirá retomar actividades habituales comprendiendo que debemos continuar a pesar del dolor (ya no más en conflicto con el dolor); es decir, la reconciliación implica una reincorporación eficiente a las diversas áreas de mi vida en las que me desarrollaba anteriormente con una nueva perspectiva de la vida: nuevo sentido o propósito que aun estoy descubriendo porque preciso justamente ahora de adaptarme a los cambios.
Si bien es cierto no es recomendable paralizar nuestras rutinas durante un período prologando de tiempo, esto no significa que sea necesario la inmediata reincorporación evitando dejar cualquier espacio y tiempo libre para la adecuada expresión de nuestro dolor. Es importante, que el doliente tenga su momento para reflexionar sobre la muerte por lo que no debe ocultarse el proceso de elaboración de la pérdida. Las personas cercanas tienden a saturarnos de actividades y distracciones; los dolientes deben aprender a decir NO y así darse permiso para sentir y vivir su duelo de la forma que crean más correcta obteniendo así el tiempo para contemplar todo el panorama emocional que atraviesan.
¡TODOS SOMOS DIFERENTES! ALGUNOS QUIEREN ESPACIO, SOLEDAD MIENTRAS OTROS COMPAÑÍA.
6. CREER QUE PODEMOS REEMPLAZAR LA AUSENCIA DE UN SER QUERIDO
7. "AL MENOS"
*No lo conociste
*No lo cargaste
*Tienes más hijos
*No lo llevaste a la casa
*No tuviste mucho tiempo para estar con él o ella
*No vivió mucho tiempo
*No sufrió
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