En mi madre cuando comencé a manifestar cuidados y atención en sobre manera para con los míos, a través de los cuales expreso continuamente cuánto les amo y el valor que tienen para mi vida.
En mi madre cuando me comencé a negar así misma una y un millón de veces por los demás; para que estos gozaran de bienestar y armonía en un lugar al que llamó hogar.
En mi madre cuando aún cansada logró hacer lo que otros me piden: ese favor, ese vaso con agua, ese masaje, ese té para calmar el dolor, ese antojo para comer y tantas cosas más.
En mi madre cuando aún con el corazón roto y el alma en pedazos trato de mantener a los que más amo e importan unidos.
En mi madre cuando entro en la intimidad de mi habitación para clamar por ayuda y presentarle mis peticiones a Dios.
En mi madre siempre, en mi madre. En mi madre cuando me relaciono con otros. Al ser consciente de que reproducía con éxito o sin el sus mismas reacciones funcionales o no.
Me convertir en mi madre sin querer a través de sus enseñanzas y el tiempo compartido. Al fin después de un largo viaje conecte con su sabiduría, con sus lágrimas, con sus palabras y consejos.
Hoy trato de ser la mejor versión de esa súper heroína llamada mi madre a través de la que reconozco que son un espejo inconsciente.
Presidenta FUNDABIR
Lic. Psicología
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