Llegar aquí ha sido un viaje
lleno de múltiples momentos unos felices, esperanzadores, otros emocionantes y
por supuesto unos cuantos sumamente dolorosos. Fielmente creí por
mucho tiempo o al menos mientras crecía que mi proyecto de vida sería muy distinto
al que vivo hoy en día.
Hoy me acompañan la soledad, el
silencio y por supuesto las despedidas que han marcado el son de mis pasos
desde aquel año; con el pasar del tiempo se han vuelto más presentes. No puedo
dejar de lado sin lugar a dudas que el amor y lo esencial ante mis ojos y
mi ser han sido mi combustible cada día.
He dejado de preocuparme y
cargar maletas pesadas desde hace algún tiempo con el fin de aventurarme más
ligera en esto que llamamos vida.
Dejé de buscar y comencé a encontrar
inclusive coincidir con personas, lugares e intereses.
Mi interior se inquieta cada
día más por nutrirse y meditar como un esfuerzo más consciente de conectar con
el cielo y así estar más cerca de los míos.
No he dejado de anhelar, pero
ya no por imposición sino porque la vida así quiere que fluya y si no fluye
abrazo esa nueva normalidad inconcedida para mí hasta ese momento en mi vida.
A lo largo de 30 años he vivido
más pérdidas y duelos de los que había podido imaginar aquel día en la que con
ilusión y esa vivacidad palpable en mis ojos di la bienvenida a la vida adulta
para que poco a poco ese brillo se apagará en mi interior y jamás volver hacer
la misma. En muchas ocasiones me apague y encontrar de vuelta esa luz, ese
brillo estuvo lleno de escombros con los que aún trato de lidiar.
Sigo en pie por bondad y
misericordia por quien mucho antes de ser concebida tenía mis días escritos. Hallar
mi propósito reconociendo que fui lo más maravilloso que no estaba en los
planes de alguien más ha impactado mi ser…he gritado al cielo por lo que he
tenido que entregar para poder abrir mis brazos a nuevas posibilidades y
oportunidades.
Constantemente soy consciente
de que el caos siempre formará parte de nuestras vidas, pero cómo dejamos que
nos impacte es lo más difícil de comprender e interiorizar en nuestro ser
porque nuestras heridas pueden sangran o cicatrizar no sólo por nosotros sino también
a través de otros.
Leslie Corrales S.
Psicóloga y Docente
Presidenta FUNDABIR
Mamá en Duelo