FUNDABIR, nació originalmente en
el corazón y en el propósito de Dios, a él sea toda la gloria y la honra en junio
del 2011.
En el año
2010, Dios bendice mi vientre al escribir entre sus planes para mi vida el privilegio de ser madre. El tiempo paso a prisa y en menos de lo esperado había
llegado el día que cambiaría para siempre mi vida; el 1 de febrero del 2011 a
las 5:45 p.m. dimos la bienvenida al mundo a Abigail JC sin mayores contratiempos desde su concepción
al momento de tenerla en nuestros brazos. ¡Sin duda nos robó el corazón! Poco
tiempo después comenzaron aparecen los indicios de lo que daría un giro
sorpresivo a su tan esperada llegada. Ahí en la sala de maternidad en un
chequeo de rutina junto al médico; el mismo se percata al parecer de un pequeño
contratiempo en la niña; el cual pasaría ajeno poco tiempo después al expulsar
sus primeras heces. Debo admitir que suspire de alivio y creí que todo había
pasado así que nos dispusimos a prepararnos para ir a casa poco tiempo después.
Estábamos
emocionados al punto de conmocionados teníamos a cargo a alguien más por un
largo tiempo y la aventura apenas iniciaba ¿cómo íbamos hacer? ¿qué clase de
papás seriamos? Aun no lo sabíamos pero todos alrededor parecían dispuestos ayudarnos y apoyarnos en lo que necesitáramos y para entonces estamos cansados, muy cansados pero eso no importaba estábamos juntos y bien. No nos
pasaba por la cabeza lo que pasaría unos cuantos días después ya que todo
transcurría con normalidad.
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Nuestro mensaje |
Así que
llego el tercer día. Las visitas no paraban de llegar para darnos las
felicitaciones y por supuesto la bienvenida a nuestra primogénita. Pero ese día
algo no andaba como se supone; el tono de su piel no era el mismo pese a seguir
las indicaciones médicas y esa noche fuimos puestos a prueba como padres
primerizos más vale que mis padres estaban ahí. Por decisión casi unánime a la
mañana siguiente decidimos ir al médico solo para asegurarnos que todo andaba
bien - ¡así se suponía! – Pero ¡no lo estaba!- nuestro cuarto día juntos y todo
había cambiado. Ahora estábamos en la sala de emergencias corriendo a neonatos
para que mi hija fuera atendida de emergencia.
Fueron
los minutos más desesperantes de mi vida. No sabía que pasaba…miraba a una gran
multitud de médicos encima de mi princesa. Estábamos realmente angustiados y
preocupados por lo que pasaba adentro de esa sala. Cuando el médico salió para
darnos sus primeras grandes impresiones y algunas de las muchas medidas que
debíamos tomar a partir de ese momento si queríamos permanecer junto a la niña
¡era mucha información que procesar en al momento! y lo único que anhelábamos
era regresar a su lado -¡se supone que los padres debemos proteger a nuestros
niños! Yo debía estar con ella lo antes posible-.Recuerdo
claramente cuando el doctor expreso: “¡uuufff… creí que tendría que hacerle una
traqueotomía; ahora ella está estable!”. Al ingresar a esa sala fría había un silencio
penetrante. Y mi hija se hallaba ahí con algunos aparatos conectados a tan pequeñito
cuerpo; minutos después una señora a mis espaldas me aborto rápidamente y sin ningún
tacto expreso -¡tengo algunas preguntas
para usted, señora! Ese 4 de
febrero empezarían los días más difíciles de afronta.
Mientras tanto algunos de
nuestros amigos más cercanos alzaban sus plegarias en nuestro nombre para que
esto fuera una ligera tribulación sin embargo entre lágrimas y algo de
escepticismo el 6 de febrero del 2011 recibimos la noticia más desgarradora de
nuestros corazones: mi hija se había marchado de este mundo a aproximadamente a
las 7:05 a.m. atrás una corta estadía entre nosotros. Pronto la
despedimos con mucho dolor y una gran multitud de personas alrededor.
En medio
del dolor por su perdida, me doy cuenta que no hay un lugar con quien compartir
tanto sufrimiento y por los siguientes tres años y medio aproximadamente me
halle sola en lo que yo consideraría una
montaña rusa de emociones y algunos acontecimientos unos gratos y otros no
tanto en mi vida entre ellos se sumó la pérdida de mi matrimonio, obtener mi
título universitario, incursionar en el campo laboral, dar la bienvenida a mi
quinta y sexta sobrina, en fin el mundo seguía y se suponía que yo también pero
no era así solo retorne rápidamente a la rutina. Aun así me sentía sola con un
dolor tan devastador.
Creí por
un largo tiempo que era la única en este mundo que pasaba por esta experiencia;
no era así hasta que a mediados del año 2014 por casualidad o por propósito
divino -¡no lo sé aun realmente! me encontré en internet una publicidad acerca
de un grupo de mamás que se disponían a realizar la primera suelta de globos en
el país. Rápidamente me trate de contactar con ellas y forme parte por algún tiempo de este grupo; hallarlas fue una bendición. Este no fue el primer intento que hice
en todos esos años de buscar ayuda o encontrar a otros con la misma experiencia
de vida. Por el contrario, seis meses después de la puesta de sus alitas me di a la tarea de constituir una fundación con el propósito de solventar de alguna manera la necesidad de reconocimiento, orientación, ayuda a los padres y familiares cercanos de quienes han entregado un
hijo (a) como un grupo significativo que se apoya mutuamente y que hoy
conocemos como “FUNDABIR”.
Abir
proviene del griego del nombre de mi primogénita Abigail cuyo significado es alegría
del padre. Eso fue y será lo que significa mi ángel y todos los ángeles de
aquellos cientos de papás que llegaran buscando ayuda pero sobretodo consuelo
quiero que sientan agradecidos por esta experiencia ya que para mí sea
transformado en un regalo porque tengo la oportunidad de amar y apreciar a mis futuros
hij@s de una forma diferente al resto.
Hoy vivo en homenaje a la
memoria de mi hija fallecida a través de mis acciones y con una nueva actitud
frente a la vida y esto es lo que pretendo mostrar y enseñar a otros padres.
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