El 27 de marzo del 2015 me enteré que estaba embarazada, fue una mezcla de emociones, saber que dentro de mí estaba creciendo una personita muy importante.A los dos meses y medio de embarazo me dio una crisis y me dijeron que era el colon irritado, me dieron medicamentos en caso de que fuera un aborto, pero gracias a Dios el dolor cesó. Fui puntual con mi control prenatal, y a parte estaba en control por mi hipertiroidismo, todo iba bien, en el control prenatal podía escuchar el corazón latiendo fuerte, me sentí más enamorada de mi hija. Comencé a sentir los movimientos de mi hija, eso me hacía más que feliz, estaba deseando poder tenerla en mis brazos para arrullarla.
A los 4 meses me hicieron el primer ultrasonido, donde descubrí que sería una hermosa niña, a la cual tendría el nombre de Isabella, ese día estaba que no cabía de la alegría, porque tendría una compañera de vida por siempre, comencé a imaginarme toda una vida con ella, sin embargo quince días después comenzaron los problemas, me volvió a dar otra crisis de colon pero esta vez acompañado de infección en los riñones, estaba muy hinchada y con la presión alta, pero a esta última ningún doctor puso cuidado, comencé a aumentar de peso casi 2 kilos por semana y me hinché mucho, un 5 de agosto tenía control prenatal, el doctor me indicó que en la crisis anterior había tenido presión alta, pero que no me la habían tratado, estaba un poco molesto. Le comenté lo de mi aumento de peso y me dijo que todo estaba normal, escuchamos una vez más su corazoncito latiendo fuerte y me dijo que todo iba bien.
El 20 de agosto me hice otro ultrasonido para verificar que todo estuviera bien, y fue ahí donde comenzó la historia más triste de mi vida y la cual me hizo cambiar para siempre, ese día el doctor nos dijo que ella estaba baja de peso, que tenía poco líquido amniótico pero que tomara mucha agua, que el peso estaba bajo normal, que todavía faltaban algunos meses para que se recuperaba.
Ese día cuando venía para la casa me sentí muy triste, ya estaba presintiendo algo, incluso días antes me había soñado que ella se me moría en mis brazos. Dos días después un 22 de agosto del 2015 me levanté para ir a trabajar (tenía 26 semanas de embarazo), tuve muchos dolores de cabeza todo el día, hasta que a las 12md, pedí me llevaran a la clínica a tomarme la presión, cuando llegué un enfermero me la tomó, en ese entonces estaba 172/110, me vio los pies hinchados, fue a hablar con el doctor y me dijo: muchacha váyase de una vez para el hospital, usted lo que tiene es una preeclampsia. Como no tenía con quien irme y yo no quería manejar, mi hermano vino por mi desde casi 50 km de distancia, mi mamá me acompañó al hospital, como estaba embarazada me dieron prioridad, cuando llegué la presión había subido a 189/114, de una vez me dijeron que me quedaba internada, ese día sentí una gran tristeza, ya sabía que las cosas no estaban bien.
Me pasaron ese día a sala de partos a madurar los pulmones de mi hija, al día siguiente me pasaron a salón, me hicieron ultrasonido y me dijeron que todo estaba bien con Isabella, su corazón seguía latiendo y eso era lo importante. Al siguiente día pasó el ginecólogo y me dijo que me iba a mandar al Hospital Mexico porque allá las dos íbamos a estar mucho mejor. Me trasladaron desde el Hospital San Carlos al Hospital Mexico en ambulancia, allá esperaba una tía por mi, porque yo iba destrozada, pero con la esperanza de que todo iba a salir bien.
 |
Contáctenos al (506)2237 6599 ó 2237 6599 fundabir2011@gmail.com |
El día que me internaron en el Hospital Mexico me hicieron un ultrasonido especial, y me dijeron que las cosas estaban muy complicadas, al siguiente día pasaron los doctores y me explicaron lo que estaba pasando, me dijeron que mi hija no estaba recibiendo nutrientes y oxigeno y que la vida de ella estaba en riesgo al igual que la mía, me explicaron que mi hija estaba como en una olla de presión que en cualquier momento podía estallar. Me diagnosticaron preeclampsia Severa, mi presión no bajaba. También me dijeron que habían posibilidades que hija naciera viva, pero que también podía morir dentro del vientre, nosotros teníamos la esperanza de la primera opción.
Así pasaron los próximos tres días, con monitoreos, cuidados especiales, hasta que el día 27 de agosto del 2015 a las 12md llegaron a escuchar los latidos de mi hija, pero no hubo respuesta, llegaron más y más doctores tratando de buscar el latido de su corazón, pero era negativo, entonces decidieron pasarme a ultrasonidos, fue ahí donde descubrieron que mi hija ya no tenía latidos, en ese mismo instante sentí como un balde de agua fría me caía, sentí que mi corazón también dejó de latir, pero extrañamente yo continuaba viva. Salí a darle la noticia al papá de ella, nos abrazamos, lloramos.
Ahora venía la parte más difícil para mí, tenía que parirla muerta. Ese día me pusieron un gel para acelerar los dolores, pero al día siguiente no hubo respuesta. Cuando cumplí las 24 horas llegó otra doctora y me dijo que iba a cambiarme y ponerme otro gel que aceleraría más los dolores, pasé la tarde con los dolores, nadie sabía cuánto iba a durar, mi cuñada estuvo conmigo la tarde, al ser las 3:40pm le dije que sentía dolores, pasó una enfermera y me dijo que todavía no estaba para que me pasaran a sala de partos, sin embargo a las 3:56pm llegó Isabella, no tuvieron tiempo de pasarme a sala de partos, ahí mismo en Salón parí a mi hija, muerta, sin movimiento, pero Dios me dió el valor para poder tenerla en mis brazos. Me pasaron a Sala de Partos para que me limpiaran mi útero, y luego tuve dos horas para despedirme de hija, la abracé como nunca, no quería que se me fuera de mi lado. Se la llevaron para la morgue, yo con la esperanza de que me dieran la salida para poder enterrarla, sin embargo mi preeclampsia era muy difícil de curar, la presión no bajaba y no me daban la salida. Por lo que mi familia decidió enterrarla sin mi, pero yo tuve que ir a sacarla de la morgue, ese día si se me derrumbó el mundo, porque sabía que nunca más podía tenerla conmigo, lloré y lloré porque no quería que se la llevaran.
Ese día durante su entierro llovió a cántaros, me imagino que el cielo estaba feliz por recibir un ángel más pero también sabía la tristeza que había aquí en la tierra por la falta de ese angelito. Yo estuve casi una semana más internada por la presión, hasta que por dicha, y con medicamento especial, me dieron la salida, y tuve que volver a la realidad.
Hoy por hoy, trato de vivir cada día como si fuera el último, recordando por siempre a mi hija, hay días muy dificiles y otros llevaderos, pero la vida ya no es la misma, el vacío que dejó Isabella en mi vida, no podrá ser llenado jamás. Es un dolor indescriptible que no se le puede explicar a las personas que no han tenido hijos. Me diagnosticaron trombofilia Hereditaria, y me alertaron de que no intentara más embarazos, ya que el riesgo que yo sufrí fue muy alto, y no era recomendable otro embarazo. Seré madre por siempre de brazos vacíos. Estoy segura que mi hija fue muy valiente, una gran luchadora, pero al final, ella decidió regresar con el Creador, donde estoy segura que cada día cuida de mi y me da las fuerzas para seguir adelante.