21 septiembre 2019

Lo que callamos

Es curioso ver como a través de la vida censuramos - ¡Sí, porque no es callar! -
Es censura a nuestro cerebro de lo que pensamos: por el que dirán, 
por no hablar desde el corazón con amor y ternura mucho antes de...
O será que nos callamos porque nuestra conciencia se encuentra taladrada 
por el miedo de los "debemos" inclusive de lo que no hacemos. 

Es interesante ver como los amigos se convierten en familia mientras nuestra sangre puede llegar a negarnos e inclusive dejarles de importar. Y es que en definitiva donde no existió hermandad jamás la habrá. 

Que conscientes, sabias y prudentes deben ser no sólo nuestras palabras sino también nuestros actos. La magnitud de su alcance, poder y trascendencia no sólo en nosotros sino en los demás; otra cosa seria de este mundo, las relaciones personales y familiares. Está bien decir lo que nos disgusta, decir no cuando así lo deseamos, reconocer que está siendo difícil una tarea. Nada pasa en reconocerlo, siempre y cuando lo sepamos hacer.  Sin embargo, hay seres que en  apariencia - ¡claramente!- se creen tan puros, tan perfectos, superiores, santificados, etc. Está ilusión los lleva a señalar, juzgar; olvidando que hay 3 dedos más apuntándoles. 

En ocasiones en la vida seremos juzgados, señalados y excluidos por conocidos, amigos y familia. Por supuesto duele pero de alguna forma te hace más fuerte; te impulsa a continuar a pesar de...y palpar la existencia de un amor y misericordia que sin importar lo que pasemos o hagamos siempre me va a recibir con sus brazos. Aunque el mundo crea lo peor de ti: él sabe que somos imperfectos y como tal nos acoge siempre y cuando clamemos con total sinceridad. 

Sufrir de múltiples pérdidas y duelos - desempleo, muerte de un familiar, no ser una persona amada o deseada desde o después de la vida intrauterina, etc.- NO ES UNA ENFERMEDAD, NO ES ALGO CONTAGIOSO así que tranquilos, mantengan la calma. La DISTANCIA que tomen amigos, familia o conocidos no es tú deseo ni el mío sino una ELECCIÓN PERSONAL  para no incomodar su consciencia por la falta de presencia, por su ignorancia para acercarse y hablar; algunos podrán considerar que estas son puras justificaciones, sin embargo; desde mi perspectiva no es así...esto es una realidad vivenciada por todos los seres humanos. 

CADA DÍA ES UN DUELO, UNA PÉRDIDA A CAUSA DE DEJAR IR, SOLTAR PARA PODER AVANZAR. 


"El camino de la vida es indeterminado y abstracto"


Dra. Leslie Corrales S. 
Psicóloga y Docente
Mamá en Duelo
Presidenta FUNDABIR


07 septiembre 2019

La finiquitad de la vida

Desde el momento mismo en el que nacemos inicia la cuenta regresiva de la finiquitad de nuestra existencia; unos tendrán más tiempo que otros en lo que los seres humanos solemos llamar: vida. Y aún así seguimos  empeñándonos en creer en la inmortalidad ¿por qué será? o en la creencia de la existencia de un más allá que parece darnos una pizca de esperanza "ilusoria" (desde mi perspectiva claramente puesto que no existe evidencia a favor de está vida ultra terrenal científicamente).

No obstante, creemos en ella por la fe. Por esos principios morales o religiosos en los que somos adoctrinados y no cuestionamos hasta que una crisis vital suele abalanzarse sobre la tan mencionada zona de confort. Ella se experimenta como una marea muy alta donde su oleaje nos revuelca hasta lograr por inercia o no,  medio colocarnos de pie hasta poder sostener el equilibrio mientras regresa a su normalidad. 

La vida es inexorable a la muerte, y la muerte es inexorable a la vida. Me gusta la frase de Machado, A: 

"La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos".  

Le tememos tanto a lo desconocido, a lo que  resulta inexplicable. La muerte es difícil de comprender aún cuando nos enfrenta al propio fin, a nuestros miedos; a un sin fin de cosas que no podemos experimentar sino hemos perdido a una persona cercana. Nos corta la respiración, nos hace sentirnos extraviados de lo que era la vida hasta ese momento en la que nos visita  a través de esa noticia irrefutable: ¡Ha muerto!, ¡Está agonizando!, ¡No hay latidos!. Nunca estaremos preparados para escuchar estas palabras. 

En los últimos años he comprendido que debemos aprender a morir para poder vivir cada día, de está forma nos concretamos en las cosas simples en aquellas que tienen más valor. En lo que realmente importa, dejando ir lo que nos resulta banal en este mundo. Así mismo, lo cita la biblia en 2 Corintios 5: 17: "...de modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas...". Cada día debo tener la convicción de dejar ir, renunciar a un sin número de cosas, situaciones y personas que provocan en mí estados de ánimo, actitudes y aptitudes que no son productivas ni edificantes en mí vida,  familia y las personas que me rodean para poder crear la atmósfera correcta, deseada que me permita avanzar en está tierra. 

Cada día experimentamos un duelo porque cada nuevo amanecer con su oscurecer perdemos, soltamos, dejamos ir en esto que se llama cotidianidad. 

No he dejado de creer en que hay un cielo y un Dios misericordioso y poderoso pero si me he cuestionado en medio del dolor ¿Dónde estas?, ¡No te escucho!, ¡No te siento!, ¿Porqué ha mí?, ¿Qué me quieres enseñar o mostrar? y mucho más de lo que me atrevo a escribir. No obstante, mi corazón guarda un gran deseo de reencontrarme con mis muertos para abrazarles, besarles, reír  y compartir con ellos lo que se nos fue impedido compartir bajo este cielo. 

Mientras tanto como popularmente dicen para aliviarnos el corazón del dolor: ¡tengo comunicación directa con Dios! Los amo  y extraño con el alma. 

"La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo" Mauriac, F. 

Dra. Leslie Corrales S. 
Presidenta FUNDABIR 
Psicóloga y Docente
Mamá en Duelo