Luego de la muerte de mi hija... un par de meses atrás para ser precisa no podría ni vislumbrar lo que me tocaría vivir después: la pérdida de mi esposo. Mientras lee no piense que mi esposo para aquella época también murió ¡bueno en alguna forma si murió para mí! pero no fue eso lo que ocurrió. Un par de meses luego de dar el último adiós a nuestra única hija era evidente que nuestra relación sentimental se fracturó aún más ¡si por primera vez de forma pública admito que nuestra relación ya estaba rota mucho antes de estar en estado de embarazo y que fueron muchos los vienes y vas que tuvimos!
Existía ese algo que ahora nos impidió mucho más acercarnos; vivíamos bajo el mismo techo pero nuestra convivencia era poca o nula para aquellos primeros meses en donde se suponía debíamos no sólo gozar de ser padres primerizos sino también del estar más unidos que antes o que nunca pero eso no fue así nunca existió el espacio para acompañarnos y consolarnos el uno al otro.
En muchas ocasiones fui delegada a mi familia de origen para que velará por mi bienestar físico y emocional. No me quejo pero eso no era lo que necesitaba o quería para aquel momento.
Yo necesitaba a mí esposo, a mí pareja, a mí compañero pero no estaba ahí por miles de motivos que no describiré en este escrito por respeto a nosotros mismos.
No sólo debí sepultar a mi hija sino también aceptar la separación; de forma doble me despedí de las dos personas que más amaba. En unos meses la familia que había creado, los planes a los que me había aferrado por cumplir un par de años más adelante... todo eso se fue en un abrir y cerrar de ojos en el año 2011.
Ese año quedará en mi memoria por el resto de mi vida; gracias a él aunque suene irónico encontré mi verdadero yo me reinvente con mayor claridad y soy y tengo lo que nunca creí merecer o que existía.
Viví una doble pérdida, un doble duelo lloré, me enoje, engorde, me escondí e hice miles de cosas más pero atravesé lo que me toco atravesar en ocasiones sentí que el fuego me quemó tanto que no quedaba nada de mi más que mi propia ceniza cuando no puede más porque mis fuerzas se agotaban me encerré en mi habitación rogando al cielo un poco más de Luz para continuar y mis oraciones fueron contestadas con:
Isaías 41:10Reina-Valera 1960 (RVR1960)
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Ocurrió un día después de asistir a la reunión entre amigos de la universidad a la que asistía. Ese día socialice como cualquier otra persona que se encontraba ahí; no experimente culpa de tomar un tiempo para sentirme bien sin embargo como suele ser habitual estas reuniones inmortalizamos el momento con una fotografía. ¡Ohhhh por Dios! fue la única reacción que puede exclamar la gordura me había invadido; se había convertido en mi refugio. La comida me salvo por un tiempo.
Ese pasaje ha sido mi lema en los momentos más difíciles no sólo porque siento que si Dios va a conmigo sino porque se que tengo un ángel en el cielo que también me da su luz.
Cuando me adapte a la realidad que me tocó vivir y comenzaba a sentirme cómoda con mi soledad con esa soltería a medias porque siempre sentí que era mamá una diferente pero lo era al fin ¡esto no quiere decir que tenía mis altibajos, aún los tengo!.
Comencé a pensar que algún día iba a llegar alguien más a mí vida, a interesarse en mí pero mí prioridad era que entendiera, aceptará y lograrán integrar mi historia en su vida y su familia también. Hubieron muchas obstáculos y dolores de cabeza... cuando me cerré a esa posibilidad comencé a imaginarme que muy probablemente alcanzaría mi maternidad sola.
Tiempo después me reencontré con un ser especial y bondadoso que conocí mientras realizaba mi práctica profesional... para aquel entonces los tiempos no coincidieron pero nuestros corazones por años siguieron enlazados sin siquiera darnos cuenta.
Hoy doy gracias a DIOS por su vida por que lo guardo especialmente para mí; él es mi actual esposo, mi compañero de luchas diarias quién amo mis pedazos y logró unirlos todos a la perfección; con quién hoy cumplo pocos meses de casada pero como si fueran años. Nos encontramos como dos seres completos con metas claras con deseos de acompañarnos a vivir y aceptar las partes del otro que estaban chuecas por la vida y otras personas amarnos con todo y heridas.
Quién se convirtió en el padre de corazón de mi hija fallecida; sufre y llora mi dolor como si fuera suyo... siempre la recuerda.
Viví dos grandes pérdidas pero el cielo me compensó porque supe esperar porque por gracia de Dios atravesé el dolor más grande acampe en el desiertos más fuerte pero me obligue a buscar una tierra más fértil dentro de mí misma.
EL DOLOR DE PERDER A ALGUIEN PUEDE SEE INSOPORTABLE PERO NUNCA IMPOSIBLE DE SOBRELLEVAR.
Leslie Corrales S
Mamá en Duelo
Presidenta FUNDABIR, CR
No hay comentarios:
Publicar un comentario