Cuando me levante esta mañana era un día cualquiera, sin nada peculiar o especial excepto que días atrás me comprometí asistir a un baby shower. Poco tiempo después los planes del día cambiarían dramáticamente. De forma habitual como lo suelo hacer todas las mañanas me tomo algunos minutos con el fin de ponerme al día entre redes sociales y mensajes - este día no era la excepción -. Me detuve en un mensaje en especial - rápidamente lo releo varias veces -; recuerdo escasamente expresaba brevemente algo como: "¡otra mamá había sufrido la pérdida de su hijo....!"; comencé a sentir un vacío en el estómago, me sudan las manos, me empiezo agitar sin embargo a como puedo expreso mi mas sentido pésame e inmediatamente me pongo a disposición.
Desconocía por completo quién era la madre a la que se le destrozaban las ilusiones y quedaban vacíos los brazos....unos minutos después y de forma sorpresiva me doy cuenta que conozco a esta mujer - mujer a la cual considero mi amiga de viaje en el duelo, con quien he hablado miles de veces acerca de nuestros miedos, inclusive la he visto derramar sus lágrimas por ausencia de su anterior perdida - Lo siguiente que hago es contactarla con las más buenas intenciones pese a esto no logre establecer un diálogo coherente y profundo - no sabía que decir - tras la pérdida de lo que se consideraría su bebé arcoiris.
Ella me recuerda una parte de mí que ya no poseo, que la deje marcharse hace algún tiempo - su fragilidad, en realidad todos somos tan frágiles en una circunstancia como esta -; me recuerda el torbellino de sensaciones y emociones que experimente aquel día cuando recibí la noticia que mi hija había muerto - la opresión en el pecho, las ganas de llorar sin derramar una lágrima, la rabia contra todo a mi alrededor -
Es cierto lo que dicen la vida es demasiado corta. Por un lado, me encontraba reunida en un salón con un grupo de mujeres llenas de esperanza, alegría, proyectos a las que nos les pasaba por el pensamiento que otras se encontraban con el corazón roto, tristes, etc. y una de ellas esperaba ese mismos día mi visita en el hospital. Lo único que puede expresar en estas líneas es que el AMOR es lo más grande que hay y mueve al mundo, que un ABRAZO puede reconfortar más que las palabras en este momento, que el legado que dejan nuestros hijos es más grande que cualquier cosa.
Toda madre y padre anhela de la presencia de sus hijos en sus brazos y si supiéramos que se iban a marchar los tomaríamos muy fuerte para aliviar el dolor de la ausencia en aquellos días en que es difícil comprender que te convertiste en un ángel, que no te veríamos crecer, que no estaríamos ahí en todo momento de tu vida, que no te quedaste con nosotros. A ti amiga te extiendo mi hombro y oído como siempre espero que tus hijos en el cielo puedan abrigarte el corazón con el inmenso amor que te dejaron y Dios te de la fortaleza para continuar a pesar de su ausencia.
¡¡Besos al cielo por tu príncipe y princesa!!
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